REFLEXIONES INICIALES PARA UNA ARTICULACIÓN LATINOAMERICA EN MATERIA DE DERECHOS HUMANOS



REFLEXIONES INICIALES PARA UNA ARTICULACIÓN LATINOAMERICA EN MATERIA DE DERECHOS HUMANOS, de la internacionalización de la burocracia a la internacionalización de las luchas.

ALGUNAS PINCELADAS SOBRE EL PANORAMA REGIONAL

Una breve reflexión sobre la historia contemporánea de América Latina en materia de derechos humanos, nos permite observar que se han dado procesos sociales, políticos, institucionales, culturales, que ameritan por lo menos el debate sobre la organización actual de la región en esta materia, con el objeto de aportar ideas sobre la vinculación actual entre estos y las realidades que se viven en esta dividida patria grande.

Aproximadamente hace 20 años, un poco más, se vienen gestando procesos de cambio constitucionales en varios países, estos cambios han consagrado en sus marcos normativos, derechos que van mucho más allá de los establecidos en el derecho internacional de los derechos humanos. Las dinámicas sociales de respuesta ante el embate del modelo neoliberal, ha llevado a que los soberanos de unas naciones impulsen reformas en sus constituciones, en otras soberanías, -lamentablemente- no han podido responder tan contundentemente al embate neoliberal.

Podemos citar los casos de Colombia, Venezuela, Ecuador y Bolivia, que han realizado en la última década del siglo XX y primera del XXI, cambios importantes en sus órdenes constitucionales. Estos cambios han resultado en la re-configuración y re-interpretación de algunos derechos, con respecto a su concepción y status en el ámbito internacional. Mientras que en el Pacto de los Derechos Civiles y Políticos, los Estados tienen una obligatoriedad de cumplimiento, en el Pacto de los Derechos Económicos Sociales y Culturales, los Estados están obligados a garantizar estos en la medida en que posean las condiciones para ello. Sin embargo, los cambios constitucionales han impulsado el cambio de concepción de los derechos sociales, los cuales comportan ahora la misma obligación por parte de los Estados que los derechos civiles.

A su vez, han surgido otros derechos a lo interno de algunas de estas naciones, derivados de los planteamientos de los movimientos sociales que participaron del proceso de transformación, y en especial de los movimientos indígenas. Derechos que en su plena expresión, trastocan los fundamentos del derecho internacional de los derechos humanos, como por ejemplo los derechos de la naturaleza que contemplan la Constitución de Ecuador.

De igual forma, los movimientos y las movilizaciones sociales han llevado a la recomposición de los gobiernos dentro de la región, gobiernos que en el plano internacional han apuntado a su vez, a la re-composición de las diplomacias, buscando el establecimiento de relaciones multilaterales que trasciendan el modelo clásico de integración regional basada fundamentalmente en pactos diplomáticos que daban vida a relaciones meramente económicas y reduccionistamente comerciales, en donde intervienen sólo los factores económicos de los países.

En este escenario de dos décadas, ha habido un importante repunte de distintas luchas sociales por la defensa de la dignidad de los pueblos, de sus derechos, de la autonomía de sus condiciones básicas para la existencia. Los movimientos sociales han tenido la necesidad de reconfigurarse. La caída del bloque soviético y con él de la experiencia del socialismo real, significó la re-ubicación estratégica de las luchas, el cambio de los modelos organizativos, de los paradigmas, e implicó el fortalecimiento, en algunos casos, de estructuras que ya estaban andando, en otros el surgimiento de nuevas, y en otros casos el estallido social contingente como herramienta de lucha, en fin, una serie de procesos y acciones que han fluctuado entre la legalidad y la a-legalidad.

Por su parte, los mecanismos regionales en materia de derechos humano no han respondido ante la transformación que exigen las nuevas realidades, está falta de respuesta posee condición de ambivalencia, esto es: no han respondido en apoyo a las luchas contra el neoliberalismo, y no han respondido ante este como causa estructural de la vulneración de los derechos humanos. A  manera de hipótesis, podemos decir que esta falta de respuesta obedece a: una interpretación formal-jurídica en la cual las luchas de los movimientos sociales a nivel regional no se ven reflejados, ya que estos mecanismos no reconocen la capacidad cultural de respuesta de las poblaciones ante las vulneraciones de sus derechos. La superposición de los aspectos formales-institucionales sobre los sociales no es un problema sólo de carácter técnico-procedimental, sino que obedece a una estrategia operativa del capitalismo para la imposición del modelo neoliberal.

A pesar de que no existe una vinculación directa entre el sistema regional de derechos humanos y los movimientos sociales latinoamericanos en la actualidad en cuanto a la definición de las causas y consecuencias de las vulneraciones de los derechos humanos, estos organismos cooptan a los segundos imponiendo la pretensión jurídica, de que sólo a través de procedimientos formales se pueden resolver los conflictos y contradicciones sociales, negando el derecho al cambio social.

No podemos valorar lo que describimos como un problema meramente instrumental, ya lo hemos advertido, dicho fenómeno obedece a que la integración latinoamericana se ha basado en una articulación de las clases políticas y económicas dominantes en cada nación, desconociendo la vinculación entre los pueblos, esto es una estrategia para contener las luchas por la dignidad, lo que redunda en la consolidación de una estructura internacional de vulneración de derechos.

La integración latinoamericana del siglo XXI requiere del reconocimiento de la articulación y el diálogo entre los pueblos y sus movimientos sociales, como posibilidad de transformación de las condiciones estructurales, sistemáticas y coyunturales que generan las distintas vulneraciones de derechos. Esta sólo es posible si se reconoce la diversidad cultural de sus pueblos, y la posibilidad de que estos puedan ejercer formas de organización que materialicen los objetivos de los derechos humanos, transformando las condiciones sociales de “jerarquización a priori” de las relaciones sociales.

En este contexto, muy recientemente el Estado venezolano denunció el mecanismo de integración regional de derechos humanos, con el objeto de retirarse del mismo; el Estado ecuatoriano también ha manifestado su interés de hacer algo similar, sin embargo no lo ha hecho de manera formal. No consideramos que esta sea la estrategia más efectiva para subvertir lo que hemos descrito. Básicamente lo que han planteado los Estados que han criticado el Sistema Interamericano de Derechos Humanos, es que este agrede sus soberanías, es decir, el argumento manejado por los Estados, es que el Sistema Interamericano agrede a los gobiernos de estos países.

No negamos que esto suceda, está muy claro el actual sesgo en contra de países con gobiernos “progresistas”, sin embargo, el argumento por parte de estos países no es suficiente, para la transformación del sistema internacional en materia de derechos humanos, como argumento es débil, ya que puede ser usado por cualquier gobierno, sea considerado o no “progresista”. Con todo lo críticos que podamos ser frente a las concepciones que se manejan en el derecho internacional de los derechos humanos, debemos reconocer que el mismo ha servido en muchos casos para demostrar, denunciar, detener violaciones de derechos humanos por parte de gobiernos represivos, y aún muchas personas se ven en la necesidad de acudir ante estos espacios para demandar la justicia que sus países no consiguen. El problema del sesgo existe, pero la argumentación está mal formulada, creemos que la argumentación debe apuntar en la otra dirección, para generar una transformación que apunte al fortalecimiento de las luchas por la dignidad, y la dignidad misma.

LA ARGUMENTACIÓN EN FAVOR DE LAS LUCHAS

La integración regional en América  Latina, fundamentalmente a partir de la segunda mitad del siglo XX, ha estado centrada en la relación entre los Estados-nación y los grupos económicos nacionales y trasnacionales, que sustentan los pactos entre los países desde el punto de vista económico: OEA, CARICOM, ALADI, MERCOSUR, CAN, entre otras. Si bien cada una de ellas ha tenido sus matices particulares, han tenido en común que no han incorporado a los movimientos sociales en su constitución y desarrollo, estos no han tenido mucho, o nada que ver con la constitución de las alianzas, por lo tanto estas últimas, no toman en cuenta a los planteamientos de los movimientos sociales.

La OEA ha significado la creación de un sistema de garantías judiciales de obligatorio cumplimiento para los Estados que la componen. A través de la Corte Interamericana de Derechos Humanos y de la Comisión se han tenido muy importantes actuaciones en el caso de vulneraciones de derechos humanos en casos como El Salvador, Guatemala, Argentina, entre muchos otros. Sin embargo, la formalidad jurídica de estos organismos se ha fetichizado, y la producción de instrumentos de protección de los derechos, no coinciden con la realidad, ni con las exigencias de muchos movimientos, esto obedece fundamentalmente a una visión que impone su enfoque en el DERECHO de los derechos humanos y no en las luchas de las personas por la transformación de las realidades.

Lo anterior no es un problema de procedimientos, sino que es una estrategia técnica de detención y contención del cambio social por parte del sistema neoliberal, producto de ello los movimientos sociales han tenido que acudir a tribunales de conciencia para denunciar las causas y consecuencias del neoliberalismo en la región, ya que la unívoca formalidad del sistema internacional de los derechos humanos no es capaz siquiera, de observar que los tratados de libre comercio, por ejemplo, tienen en las poblaciones, en la naturaleza, en la propia soberanía de las naciones, graves resultados.

Los movimientos sociales por su parte, tuvieron su mayor auge de integración internacional regional a partir de los Movimientos de Liberación Nacional, sin embargo la caída del bloque soviético y la imposición del neoliberalismo implicó un nuevo sistema de relaciones internacionales que requirió la rearticulación de los mismos para hacerle frente a esta nueva forma de imperialismo, ejemplo de ello es la organización de espacios como el Foro Social Mundial, la internacionalización del zapatismo, y todos los proceso de articulación social posteriores como el Consejo de los Movimientos Sociales del ALBA, entre muchos otros.

Recientemente han surgiendo organizaciones de países que se proponen como alternativas a las actuales: el ALBA, UNASUR y CELAC, desde las cuales se plantea otra forma de ejercer la diplomacia, enfocados en la multipolaridad, tratando de trastocar las relaciones hegemónicas del sistema internacional. Creemos que estas nuevas formas de organización deben desarrollar otra articulación en materia de derechos humanos que superen la unívoca concepción del formalismo legal, y por ende incorpore la visión de los movimientos, en una reconfiguración de las soberanías.

Desde de una visión crítica, la integración regional emergente en América Latina debe partir de articulación entre los movimientos sociales, como estrategia para trascender el sobredimensionamiento actual de los aspectos jurídicos-formales de los derechos humanos, en donde la relación entre los Estados no este fundamentada sólo en acuerdos de carácter económico que repliquen los principios desarrollistas de los organismos actuales. Ello requiere un replanteamiento del para qué de los derechos humanos, y cómo se construyen los mismos en sus diferentes contextos. Es decir, construir una plataforma internacional en materia de derechos humanos que parta de los planteamientos políticos, sociales, culturales, económicos que proponen los pueblos en movimiento.

Porque de lo contario, si los países “progresistas” no realizan una reinterpretación de las soberanías, su crítica al sistema actual sólo será una ardid discursivo. Esto quiere decir, que estas naciones permitan a los movimientos sociales construir una instancia internacional que sea vinculante a los gobiernos, tanto en un sentido ontológico, como deontológico, y que estos movimientos sociales, sus postulados sean el punto de referencia para la garantía de los derechos de las personas, de las poblaciones. Por lo tanto, denunciar el Sistema Interamericano, sólo desde una posición gubernamental, en la cual se expresa la inconformidad de los gobiernos por las posiciones asumidas por aquel, es plantear a los gobiernos como auto-referentes, lo que termina en un proceso de imposición por parte de estos al resto de la sociedad.

La argumentación sobre el estado actual de los mecanismos regionales de protección de derechos humanos, debe surgir de los planteamientos de los movimientos sociales, y estos son quienes deben marcar la pauta en la materia, de lo contrario seguirá sucediendo lo que sucede actualmente, una desconexión casi que completa entre las demandas sociales contemporáneas por la destrucción de la dignidad de las gentes, y los mecanismos del derecho internacional de los derechos humanos, y estos últimos haciéndose la vista ciega ante los pactos que realizan los Estados-nación y las trasnacionales, que son las causas fundamentales de las vulneraciones de derechos en la actualidad.

La crítica del sistema actual de ser con miras a conformar otra instancia que surja desde las bases de las soberanías de los países, de lo contrario, será otra instancia meta-burocrática como la actual; para evitar esto, debe partir desde una visión profundamente crítica, porque si se configura sólo desde la “alta diplomacia” no tendrá sentido la crítica al sistema actual. Si no se parte desde las bases de los movimientos sociales, esta nueva instancia que no sería muy distinta a la actual, más allá de la retórica de los factores políticos. Por ello, creemos que la argumentación debe construirse desde abajo, para que derive en  una vinculación orgánica entre la internacionalización de las luchas y los Estados. En resumidas cuentas, pensar un organismo de derechos humanos más cercano a la Internacional de mediados del siglo XIX, en donde los movimientos sean quienes lleven las voces cantantes; y no como la actual, organizada en relaciones entre los Estados y las Organizaciones No Gubernamentales.

Esto requiere urgentemente la conjunción de tres aspectos de la vida de las naciones que tradicionalmente se comprenden como des-conexos entre sí: los movimientos sociales, las relaciones internacionales y los derechos humanos; es necesario entonces que produzcamos un conocimiento que permita integrar estas dimensiones, desde la visión de los movimiento sociales, de los pueblo que están en lucha por la dignidad, esta sería una argumentación realmente democrática y progresista sobre la problemática actual de los derechos humanos en la región. Esa es una tarea que está aún pendiente.

El giro epistemológico y político, consiste en partir desde una perspectiva crítica de los derechos humanos, tomando como punto de referencia la internacionalización de las luchas de los movimientos sociales y la emergente integración latinoamericana en respuesta al modelo neoliberal impuesto sobre el continente, con miras a producir un enfoque que sirva como base para el debate sobre las alternativas de integración latinoamericana: a) que trasciendan los pactos económicos entre las naciones, b) que se fundamenten en las luchas de los movimientos sociales por el ejercicio de los derechos de los pueblos, c) que los derechos humanos no sean concepciones abstractas, sino herramientas concretas de lucha, d) que los movimientos sean la pauta de la integración, y e) que se procure la garantía material de los derechos y no sólo su garantía formal.

¿QUÉ HACER?

Si los derechos humanos tienen una característica irrefutable, es su condición internacional, por ende los mismos están ubicados hoy día en el centro de los cambios en el panorama internacional ocurridos a partir de la imposición neoliberal y la caída del bloque soviético: en este escenario los derechos humanos pasan a ser los referentes de las luchas sociales, que antes se inspiraban en el socialismo real, pero también pasan a ser una estrategia vital, para los grupos hegemónicos internacionales y los Estados nacionales coopten las luchas sociales.

A su vez, los derechos no son neutrales, están atravesados por la imposición liberal y neoliberal, la ideología dominante ha reducido los derechos humanos a una mera tautología jurídica. Este es un problema de la administración de justicia en nuestras sociedades, la preeminencia de procedimientos que aletargan el acceso a la misma, esta concepción invisibiliza las luchas sociales que los han llevado a ser tales, ya que se fetichiza lo jurídico. Por ello, una verdadera lucha por la dignidad de las personas debe tener como fuente la vida de éstas (en pasado, en presente y en futuro), y no las argumentaciones discursivas del derecho natural o del derecho positivo, eso sirve sólo para contener la transformación social.

Es necesario saber qué son los derechos humanos, por qué son y para qué, visibilizar el  sentido ideológico del discurso del Derecho, que termina estableciendo como derecho sólo lo que está reconocido positivamente en una ley, sin tomar en cuenta las condiciones materiales para sus garantías, un círculo vicioso que termina siendo motivo de desmovilización de las luchas.

Reconocemos la importancia que reviste la existencia de acuerdos internacionales para la garantía de los derechos de las personas, pero entendiendo que los mismos no son el fin de la lucha social, sino una de las tantas herramientas para las mismas. Por ello se debe: a) partir de un análisis positivo de la realidad, es decir, concebir que los movimientos sociales pueden transformar las condiciones de vida de los pueblos; b) que ninguna realidad es absoluta, ni la existente ni la ideal; c) que es un pensamiento de combate; d) que parte de los contextos y no de abstracciones; e) que las luchas pueden transformar los sistemas jurídicos; f) por ello se debe salir conceptual y jurídicamente del marco hegemónico; y h) los derechos pueden coincidir en oportunidades con las luchas, en otros casos no, por lo tanto pueden estar en situación de “a-legalidad”.

Esta concepción de la lucha por la vida digna evoca irrefutablemente a la noción de diversidad, tan atacada por las pretensiones universalistas y relativistas del pensamiento moderno, que apunta al reduccionismo técnico de los derechos humanos; por ello, partir de una noción de diversidad que se levante desde los movimientos sociales para hacerle frente a la homogenización de las sociedades actuales. Luchar por una pluralidad, no sólo política, sino basada en el reconocimiento de la diversidad como plataforma para la construcción de mejores formas de vida, la diversidad no como un aspecto estético de las sociedades, sino como un aspecto ético de la organización social, pues el reconocimiento de la misma propicia la reflexión ética. 
En América Latina, la diversidad se plantea como autonomía, lo que NO significa el desmembramiento de los Estados-nación, al contrario, es la re-construcción de la soberanía desde las bases en contra de las nuevas formas imperiales. Sin embargo, esto no ha sido visto con agrado por los gobiernos, porque la autonomía implica una crítica a la constitución de las formas de poder actuales (políticas y económicas), pero también significan una profunda crítica a la pretensión universalista de los derechos humanos.


Para la compresión de este fenómeno, consideramos necesario tomar en cuenta por lo menos los siguientes aspectos:

1)      Aproximarnos a las implicaciones históricas y sociales del sistema actual de protección de los derechos humanos en América Latina, a partir de la imposición de políticas neoliberales en la región.
2)      Analizar los principales instrumentos regionales en materia de derechos humanos que han derivado de la OEA, a la luz de las consecuencias de la aplicación de políticas neoliberales en la región y de las exigencias reivindicativas de los principales movimientos sociales de América Latina.
3)      Debatir sobre los modelos de integración regional que se han aplicado en América Latina y su vinculación con la garantía y protección de los Derechos Humanos.
4)      Investigar los aspectos metodológicos necesarios para la incorporación de los planteamientos de los movimientos sociales en un sistema regional de derechos humanos, en un sentido democrático de reconocimiento de la diversidad política y cultural.
5)      Analizar las propuestas de los principales movimientos sociales en América Latina, que han surgido como repuesta a las políticas neoliberales, en cuanto a estrategias de integración regional para el ejercicio de los derechos humanos, como herramienta para las luchas por la dignidad.

Para ello, es necesaria una arqueología de los derechos humanos en América Latina, esto significa comprender las continuidades y discontinuidades del sistema de integración regional en la materia, para poder demostrar que dicho sistema está construido en base a objetivos de legitimación y protección del sistema económico dominante y no en el reconocimiento de las luchas y exigencias de los movimientos sociales. Además de ello, es necesario desarrollar estrategias para comprender si es viable el diálogo entre el derecho institucional y los movimientos sociales. En este sentido, es necesario saber cuál es la posición de los movimientos sociales en cuanto a esta problemática que estamos planteando, saber en función de su historia, de la cantidad de fuerza social que pueden movilizar, del tipo de luchas que han realizado y de los logros obtenidos, qué interpretan, qué proponen sobre el carácter internacional de los derechos humanos.

Son varias las preguntas que se necesitan responder para allanar el camino hacia una plataforma internacional en derechos humanos, mucho más democrática que la actual, sin embargo, podríamos partir de las siguientes:

a)      ¿Cuál es la agenda en materia de derechos humanos de los organismos emergentes de integración regional?
b)      ¿Los Estados que conforman estas organizaciones emergentes de integración regional se plantean la incorporación de los movimientos sociales dentro de sus agendas?
c)      ¿Cuál es la concepción de derechos humanos que priva en estos organismos?
d)     ¿Cuál es la agenda de los movimientos sociales en materia de derechos humanos?
e)      ¿Los movimientos sociales quieren participar plenamente de estos organismos de integración?
f)       ¿La participación no involucra el riesgo de la burocratización de los movimientos?
g)      ¿Cómo sería la vinculación de los movimientos en estos organismos?
h)      ¿Cómo formalizar una relación de este tipo que sea reconocida dentro del ámbito internacional?

A manera de reflexión final, podemos decir por el momento que urge que las voces de los movimientos sociales sean tomadas en cuenta para analizar el sistema actual de integración regional en materia de derechos humanos, y que a partir de éstas se encaminen nuevas formas de articulación regional en la materia, como forma de romper con la noción auto-referencial de los Estados, como fuente de soberanía, y con la visión burguesa de los derechos humanos. Para ello, hay que romper con las visiones de la democracia liberal y del derecho occidental, y los movimientos sociales tienen una amplia experiencia en esto, la cual es necesaria como fundamento para redimensionar los derechos, porque como lo dijo Benedetti:

Cuando el presidente, cualquier presidente
se preocupa tanto
por los derechos humanos

parece evidente que en ese caso
derecho no significa facultad
o atributo
o libre albedrío
sino diestro
o antizurdo
o flanco opuesto al corazón
lado derecho en fin

en consecuencia
¿no sería hora
de que iniciáramos
una amplia campaña internacional
por los izquierdos humanos?

Poema: Ahora todo está claro

RECOMENDACIONES BIBLOGRÁFICAS

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Comentarios

  1. Ufff!!! Monton de ideas y preguntas vienen a mi!! Creo que una barrera inicial en este asunto es una que ha planteado Boaventura en relacion al hecho de que la mayor parte de las luchas no se han expresado en lenguaje de derechos, y eso es porque la comprensión de los derechos esta vinculada con el modelo liberal. Entonces la tarea inicial seria la re-conceptualizacion de los derechos de manera que puedan ser vistos como una plataforma legitima para expresar las luchas. Esta re-conceptualizacion supone tomar los derechos como un discurso contra el capitalismo, lo cual le daría dimensiones sistemicas a su uso y no solo como una herramienta para resolver y atender casos individuales. Si los movimientos usan con mas fuerza los derechos tendrán mas interés en abordar espacios como la OEA y sus instituciones de derechos humanos y dar la pelea política allí. Entonces si estaríamos hablando de un contra-poder que se construye de abajo para arriba y no del manejo de las élites de los Estados. La salida de Venezuela del sistema interamericano fue una maravillosa oportunidad para colocar en el debate estos temas, lo cual es profundamente político y pedagógico. Hasta en el metro de Caracas, escuche a la gente hablar de estos asuntos. Su salida hubiera generado un impacto mayor en alianza junto con otros países, no obstante, los tiempos son otros y no creo que se pueda interpretar simplemente como un país que no quiere someterse a la evaluación internacional pues en ONU presentamos todos los informes y hasta somos ejemplo en el cumplimiento de todas las formalidades, en OEA la lucha es clara contra la política estadounidense, claro que habrá que hacer mucho más.... llenando de pueblo y de derechos los otros espacios de integración.

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