REFLEXIONES INICIALES PARA UNA
ARTICULACIÓN LATINOAMERICA EN MATERIA DE DERECHOS HUMANOS, de la
internacionalización de la burocracia a la internacionalización de las luchas.
ALGUNAS PINCELADAS SOBRE EL PANORAMA REGIONAL
Una breve
reflexión sobre la historia contemporánea de América Latina en materia de
derechos humanos, nos permite observar que se han dado procesos sociales,
políticos, institucionales, culturales, que ameritan por lo menos el debate
sobre la organización actual de la región en esta materia, con el objeto de
aportar ideas sobre la vinculación actual entre estos y las realidades que se
viven en esta dividida patria grande.
Aproximadamente
hace 20 años, un poco más, se vienen gestando procesos de cambio
constitucionales en varios países, estos cambios han consagrado en sus marcos
normativos, derechos que van mucho más allá de los establecidos en el derecho
internacional de los derechos humanos. Las dinámicas sociales de respuesta ante
el embate del modelo neoliberal, ha llevado a que los soberanos de unas
naciones impulsen reformas en sus constituciones, en otras soberanías, -lamentablemente-
no han podido responder tan contundentemente al embate neoliberal.
Podemos
citar los casos de Colombia, Venezuela, Ecuador y Bolivia, que han realizado en
la última década del siglo XX y primera del XXI, cambios importantes en sus
órdenes constitucionales. Estos cambios han resultado en la re-configuración y
re-interpretación de algunos derechos, con respecto a su concepción y status en el ámbito internacional.
Mientras que en el Pacto de los Derechos Civiles y Políticos, los Estados
tienen una obligatoriedad de cumplimiento, en el Pacto de los Derechos
Económicos Sociales y Culturales, los Estados están obligados a garantizar
estos en la medida en que posean las condiciones para ello. Sin embargo, los
cambios constitucionales han impulsado el cambio de concepción de los derechos
sociales, los cuales comportan ahora la misma obligación por parte de los
Estados que los derechos civiles.
A su vez,
han surgido otros derechos a lo interno de algunas de estas naciones, derivados
de los planteamientos de los movimientos sociales que participaron del proceso
de transformación, y en especial de los movimientos indígenas. Derechos que en
su plena expresión, trastocan los fundamentos del derecho internacional de los
derechos humanos, como por ejemplo los derechos de la naturaleza que contemplan
la Constitución de Ecuador.
De igual
forma, los movimientos y las movilizaciones sociales han llevado a la
recomposición de los gobiernos dentro de la región, gobiernos que en el plano
internacional han apuntado a su vez, a la re-composición de las diplomacias,
buscando el establecimiento de relaciones multilaterales que trasciendan el
modelo clásico de integración regional basada fundamentalmente en pactos
diplomáticos que daban vida a relaciones meramente económicas y
reduccionistamente comerciales, en donde intervienen sólo los factores
económicos de los países.
En este
escenario de dos décadas, ha habido un importante repunte de distintas luchas
sociales por la defensa de la dignidad de los pueblos, de sus derechos, de la
autonomía de sus condiciones básicas para la existencia. Los movimientos
sociales han tenido la necesidad de reconfigurarse. La caída del bloque
soviético y con él de la experiencia del socialismo real, significó la
re-ubicación estratégica de las luchas, el cambio de los modelos organizativos,
de los paradigmas, e implicó el fortalecimiento, en algunos casos, de
estructuras que ya estaban andando, en otros el surgimiento de nuevas, y en
otros casos el estallido social contingente como herramienta de lucha, en fin,
una serie de procesos y acciones que han fluctuado entre la legalidad y la
a-legalidad.
Por su
parte, los mecanismos regionales en materia de derechos humano no han
respondido ante la transformación que exigen las nuevas realidades, está falta
de respuesta posee condición de ambivalencia, esto es: no han respondido en
apoyo a las luchas contra el neoliberalismo, y no han respondido ante este como
causa estructural de la vulneración de los derechos humanos. A manera de hipótesis, podemos decir que esta
falta de respuesta obedece a: una interpretación formal-jurídica en la cual las
luchas de los movimientos sociales a nivel regional no se ven reflejados, ya
que estos mecanismos no reconocen la capacidad cultural de respuesta de las
poblaciones ante las vulneraciones de sus derechos. La superposición de los
aspectos formales-institucionales sobre los sociales no es un problema sólo de
carácter técnico-procedimental, sino que obedece a una estrategia operativa del
capitalismo para la imposición del modelo neoliberal.
A pesar
de que no existe una vinculación directa entre el sistema regional de derechos
humanos y los movimientos sociales latinoamericanos en la actualidad en cuanto
a la definición de las causas y consecuencias de las vulneraciones de los
derechos humanos, estos organismos cooptan a los segundos imponiendo la
pretensión jurídica, de que sólo a través de procedimientos formales se pueden
resolver los conflictos y contradicciones sociales, negando el derecho al
cambio social.
No
podemos valorar lo que describimos como un problema meramente instrumental, ya
lo hemos advertido, dicho fenómeno obedece a que la integración latinoamericana
se ha basado en una articulación de las clases políticas y económicas
dominantes en cada nación, desconociendo la vinculación entre los pueblos, esto
es una estrategia para contener las luchas por la dignidad, lo que redunda en
la consolidación de una estructura internacional de vulneración de derechos.
La
integración latinoamericana del siglo XXI requiere del reconocimiento de la
articulación y el diálogo entre los pueblos y sus movimientos sociales, como
posibilidad de transformación de las condiciones estructurales, sistemáticas y
coyunturales que generan las distintas vulneraciones de derechos. Esta sólo es
posible si se reconoce la diversidad cultural de sus pueblos, y la posibilidad
de que estos puedan ejercer formas de organización que materialicen los
objetivos de los derechos humanos, transformando las condiciones sociales de
“jerarquización a priori” de las relaciones sociales.
En este
contexto, muy recientemente el Estado venezolano denunció el mecanismo de
integración regional de derechos humanos, con el objeto de retirarse del mismo;
el Estado ecuatoriano también ha manifestado su interés de hacer algo similar,
sin embargo no lo ha hecho de manera formal. No consideramos que esta sea la
estrategia más efectiva para subvertir lo que hemos descrito. Básicamente lo
que han planteado los Estados que han criticado el Sistema Interamericano de
Derechos Humanos, es que este agrede sus soberanías, es decir, el argumento
manejado por los Estados, es que el Sistema Interamericano agrede a los gobiernos
de estos países.
No
negamos que esto suceda, está muy claro el actual sesgo en contra de países con
gobiernos “progresistas”, sin embargo, el argumento por parte de estos países
no es suficiente, para la transformación del sistema internacional en materia
de derechos humanos, como argumento es débil, ya que puede ser usado por
cualquier gobierno, sea considerado o no “progresista”. Con todo lo críticos que
podamos ser frente a las concepciones que se manejan en el derecho internacional
de los derechos humanos, debemos reconocer que el mismo ha servido en muchos
casos para demostrar, denunciar, detener violaciones de derechos humanos por
parte de gobiernos represivos, y aún muchas personas se ven en la necesidad de
acudir ante estos espacios para demandar la justicia que sus países no
consiguen. El problema del sesgo existe, pero la argumentación está mal
formulada, creemos que la argumentación debe apuntar en la otra dirección, para
generar una transformación que apunte al fortalecimiento de las luchas por la
dignidad, y la dignidad misma.
LA ARGUMENTACIÓN EN FAVOR DE LAS LUCHAS
La
integración regional en América Latina,
fundamentalmente a partir de la segunda mitad del siglo XX, ha estado centrada
en la relación entre los Estados-nación y los grupos económicos nacionales y
trasnacionales, que sustentan los pactos entre los países desde el punto de
vista económico: OEA, CARICOM, ALADI, MERCOSUR, CAN, entre otras. Si bien cada
una de ellas ha tenido sus matices particulares, han tenido en común que no han
incorporado a los movimientos sociales en su constitución y desarrollo, estos
no han tenido mucho, o nada que ver con la constitución de las alianzas, por lo
tanto estas últimas, no toman en cuenta a los planteamientos de los movimientos
sociales.
La OEA ha
significado la creación de un sistema de garantías judiciales de obligatorio
cumplimiento para los Estados que la componen. A través de la Corte
Interamericana de Derechos Humanos y de la Comisión se han tenido muy
importantes actuaciones en el caso de vulneraciones de derechos humanos en
casos como El Salvador, Guatemala, Argentina, entre muchos otros. Sin embargo,
la formalidad jurídica de estos organismos se ha fetichizado, y la producción
de instrumentos de protección de los derechos, no coinciden con la realidad, ni
con las exigencias de muchos movimientos, esto obedece fundamentalmente a una
visión que impone su enfoque en el DERECHO de los derechos humanos y no en las
luchas de las personas por la transformación de las realidades.
Lo
anterior no es un problema de procedimientos, sino que es una estrategia
técnica de detención y contención del cambio social por parte del sistema
neoliberal, producto de ello los movimientos sociales han tenido que acudir a
tribunales de conciencia para denunciar las causas y consecuencias del
neoliberalismo en la región, ya que la unívoca formalidad del sistema
internacional de los derechos humanos no es capaz siquiera, de observar que los
tratados de libre comercio, por ejemplo, tienen en las poblaciones, en la
naturaleza, en la propia soberanía de las naciones, graves resultados.
Los
movimientos sociales por su parte, tuvieron su mayor auge de integración
internacional regional a partir de los Movimientos de Liberación Nacional, sin
embargo la caída del bloque soviético y la imposición del neoliberalismo
implicó un nuevo sistema de relaciones internacionales que requirió la
rearticulación de los mismos para hacerle frente a esta nueva forma de
imperialismo, ejemplo de ello es la organización de espacios como el Foro
Social Mundial, la internacionalización del zapatismo, y todos los proceso de
articulación social posteriores como el Consejo de los Movimientos Sociales del
ALBA, entre muchos otros.
Recientemente
han surgiendo organizaciones de países que se proponen como alternativas a las
actuales: el ALBA, UNASUR y CELAC, desde las cuales se plantea otra forma de
ejercer la diplomacia, enfocados en la multipolaridad, tratando de trastocar
las relaciones hegemónicas del sistema internacional. Creemos que estas nuevas
formas de organización deben desarrollar otra articulación en materia de
derechos humanos que superen la unívoca concepción del formalismo legal, y por
ende incorpore la visión de los movimientos, en una reconfiguración de las
soberanías.
Desde de
una visión crítica, la integración regional emergente en América Latina debe
partir de articulación entre los movimientos sociales, como estrategia para
trascender el sobredimensionamiento actual de los aspectos jurídicos-formales
de los derechos humanos, en donde la relación entre los Estados no este
fundamentada sólo en acuerdos de carácter económico que repliquen los
principios desarrollistas de los organismos actuales. Ello requiere un
replanteamiento del para qué de los derechos humanos, y cómo se construyen los
mismos en sus diferentes contextos. Es decir, construir una plataforma
internacional en materia de derechos humanos que parta de los planteamientos políticos,
sociales, culturales, económicos que proponen los pueblos en movimiento.
Porque de
lo contario, si los países “progresistas” no realizan una reinterpretación de
las soberanías, su crítica al sistema actual sólo será una ardid discursivo.
Esto quiere decir, que estas naciones permitan a los movimientos sociales
construir una instancia internacional que sea vinculante a los gobiernos, tanto
en un sentido ontológico, como deontológico, y que estos movimientos sociales,
sus postulados sean el punto de referencia para la garantía de los derechos de
las personas, de las poblaciones. Por lo tanto, denunciar el Sistema
Interamericano, sólo desde una posición gubernamental, en la cual se expresa la
inconformidad de los gobiernos por las posiciones asumidas por aquel, es
plantear a los gobiernos como auto-referentes, lo que termina en un proceso de
imposición por parte de estos al resto de la sociedad.
La
argumentación sobre el estado actual de los mecanismos regionales de protección
de derechos humanos, debe surgir de los planteamientos de los
movimientos sociales, y estos son quienes deben marcar la pauta en la materia,
de lo contrario seguirá sucediendo lo que sucede actualmente, una desconexión
casi que completa entre las demandas sociales contemporáneas por la destrucción
de la dignidad de las gentes, y los mecanismos del derecho internacional de los
derechos humanos, y estos últimos haciéndose la vista ciega ante los pactos que
realizan los Estados-nación y las trasnacionales, que son las causas
fundamentales de las vulneraciones de derechos en la actualidad.
La
crítica del sistema actual de ser con miras a conformar otra instancia que
surja desde las bases de las soberanías de los países, de lo contrario, será
otra instancia meta-burocrática como la actual; para evitar esto, debe partir
desde una visión profundamente crítica, porque si se configura sólo desde la
“alta diplomacia” no tendrá sentido la crítica al sistema actual. Si no se
parte desde las bases de los movimientos sociales, esta nueva instancia que no
sería muy distinta a la actual, más allá de la retórica de los factores
políticos. Por ello, creemos que la argumentación debe construirse desde abajo,
para que derive en una vinculación
orgánica entre la internacionalización de las luchas y los Estados. En
resumidas cuentas, pensar un organismo de derechos humanos más cercano a la
Internacional de mediados del siglo XIX, en donde los movimientos sean quienes
lleven las voces cantantes; y no como la actual, organizada en relaciones entre
los Estados y las Organizaciones No Gubernamentales.
Esto
requiere urgentemente la conjunción de tres aspectos de la vida de las naciones
que tradicionalmente se comprenden como des-conexos entre sí: los movimientos
sociales, las relaciones internacionales y los derechos humanos; es necesario
entonces que produzcamos un conocimiento que permita integrar estas
dimensiones, desde la visión de los movimiento sociales, de los pueblo que
están en lucha por la dignidad, esta sería una argumentación realmente
democrática y progresista sobre la problemática actual de los derechos humanos
en la región. Esa es una tarea que está aún pendiente.
El giro
epistemológico y político, consiste en partir desde una perspectiva crítica de
los derechos humanos, tomando como punto de referencia la internacionalización
de las luchas de los movimientos sociales y la emergente integración
latinoamericana en respuesta al modelo neoliberal impuesto sobre el continente,
con miras a producir un enfoque que sirva como base para el debate sobre las
alternativas de integración latinoamericana: a) que trasciendan los pactos
económicos entre las naciones, b) que se fundamenten en las luchas de los
movimientos sociales por el ejercicio de los derechos de los pueblos, c) que
los derechos humanos no sean concepciones abstractas, sino herramientas
concretas de lucha, d) que los movimientos sean la pauta de la integración, y
e) que se procure la garantía material de los derechos y no sólo su garantía
formal.
¿QUÉ HACER?
Si los
derechos humanos tienen una característica irrefutable, es su condición
internacional, por ende los mismos están ubicados hoy día en el centro de los
cambios en el panorama internacional ocurridos a partir de la imposición
neoliberal y la caída del bloque soviético: en este escenario los derechos
humanos pasan a ser los referentes de las luchas sociales, que antes se
inspiraban en el socialismo real, pero también pasan a ser una estrategia
vital, para los grupos hegemónicos internacionales y los Estados nacionales
coopten las luchas sociales.
A su vez,
los derechos no son neutrales, están atravesados por la imposición liberal y
neoliberal, la ideología dominante ha reducido los derechos humanos a una mera
tautología jurídica. Este es un problema de la administración de justicia en
nuestras sociedades, la preeminencia de procedimientos que aletargan el acceso
a la misma, esta concepción invisibiliza las luchas sociales que los han
llevado a ser tales, ya que se fetichiza lo jurídico. Por ello, una verdadera
lucha por la dignidad de las personas debe tener como fuente la vida de éstas
(en pasado, en presente y en futuro), y no las argumentaciones discursivas del
derecho natural o del derecho positivo, eso sirve sólo para contener la
transformación social.
Es
necesario saber qué son los derechos humanos, por qué son y para qué, visibilizar
el sentido ideológico del discurso del Derecho,
que termina estableciendo como derecho sólo lo que está reconocido
positivamente en una ley, sin tomar en cuenta las condiciones materiales para
sus garantías, un círculo vicioso que termina siendo motivo de desmovilización
de las luchas.
Reconocemos
la importancia que reviste la existencia de acuerdos internacionales para la
garantía de los derechos de las personas, pero entendiendo que los mismos no
son el fin de la lucha social, sino una de las tantas herramientas para las
mismas. Por ello se debe: a) partir de un análisis positivo de la realidad, es
decir, concebir que los movimientos sociales pueden transformar las condiciones
de vida de los pueblos; b) que ninguna realidad es absoluta, ni la existente ni
la ideal; c) que es un pensamiento de combate; d) que parte de los contextos y
no de abstracciones; e) que las luchas pueden transformar los sistemas
jurídicos; f) por ello se debe salir conceptual y jurídicamente del marco
hegemónico; y h) los derechos pueden coincidir en oportunidades con las luchas,
en otros casos no, por lo tanto pueden estar en situación de “a-legalidad”.
Esta
concepción de la lucha por la vida digna evoca irrefutablemente a la noción de
diversidad, tan atacada por las pretensiones universalistas y relativistas del
pensamiento moderno, que apunta al reduccionismo técnico de los derechos
humanos; por ello, partir de una noción de diversidad que se levante desde los
movimientos sociales para hacerle frente a la homogenización de las sociedades
actuales. Luchar por una pluralidad, no sólo política, sino basada en el
reconocimiento de la diversidad como plataforma para la construcción de mejores
formas de vida, la diversidad no como un aspecto estético de las sociedades,
sino como un aspecto ético de la organización social, pues el reconocimiento de
la misma propicia la reflexión ética.
En
América Latina, la diversidad se plantea como autonomía, lo que NO significa el
desmembramiento de los Estados-nación, al contrario, es la re-construcción de
la soberanía desde las bases en contra de las nuevas formas imperiales. Sin
embargo, esto no ha sido visto con agrado por los gobiernos, porque la
autonomía implica una crítica a la constitución de las formas de poder actuales
(políticas y económicas), pero también significan una profunda crítica a la
pretensión universalista de los derechos humanos.
Para la
compresión de este fenómeno, consideramos necesario tomar en cuenta por lo
menos los siguientes aspectos:
1) Aproximarnos a las implicaciones
históricas y sociales del sistema actual de protección de los derechos humanos
en América Latina, a partir de la imposición de políticas neoliberales en la
región.
2) Analizar los principales
instrumentos regionales en materia de derechos humanos que han derivado de la
OEA, a la luz de las consecuencias de la aplicación de políticas neoliberales
en la región y de las exigencias reivindicativas de los principales movimientos
sociales de América Latina.
3) Debatir sobre los modelos de
integración regional que se han aplicado en América Latina y su vinculación con
la garantía y protección de los Derechos Humanos.
4) Investigar los aspectos
metodológicos necesarios para la incorporación de los planteamientos de los
movimientos sociales en un sistema regional de derechos humanos, en un sentido
democrático de reconocimiento de la diversidad política y cultural.
5) Analizar las propuestas de los
principales movimientos sociales en América Latina, que han surgido como
repuesta a las políticas neoliberales, en cuanto a estrategias de integración regional
para el ejercicio de los derechos humanos, como herramienta para las luchas por
la dignidad.
Para
ello, es necesaria una arqueología de los derechos humanos en América Latina,
esto significa comprender las continuidades y discontinuidades del sistema de
integración regional en la materia, para poder demostrar que dicho sistema está
construido en base a objetivos de legitimación y protección del sistema
económico dominante y no en el reconocimiento de las luchas y exigencias de los
movimientos sociales. Además de ello, es necesario desarrollar estrategias para
comprender si es viable el diálogo entre el derecho institucional y los
movimientos sociales. En este sentido, es necesario saber cuál es la posición
de los movimientos sociales en cuanto a esta problemática que estamos
planteando, saber en función de su historia, de la cantidad de fuerza social
que pueden movilizar, del tipo de luchas que han realizado y de los logros
obtenidos, qué interpretan, qué proponen sobre el carácter internacional de los
derechos humanos.
Son
varias las preguntas que se necesitan responder para allanar el camino hacia
una plataforma internacional en derechos humanos, mucho más democrática que la
actual, sin embargo, podríamos partir de las siguientes:
a) ¿Cuál es la agenda en materia de
derechos humanos de los organismos emergentes de integración regional?
b) ¿Los Estados que conforman estas
organizaciones emergentes de integración regional se plantean la incorporación
de los movimientos sociales dentro de sus agendas?
c) ¿Cuál es la concepción de
derechos humanos que priva en estos organismos?
d) ¿Cuál es la agenda de los
movimientos sociales en materia de derechos humanos?
e) ¿Los movimientos sociales quieren
participar plenamente de estos organismos de integración?
f) ¿La participación no involucra el
riesgo de la burocratización de los movimientos?
g) ¿Cómo sería la vinculación de los
movimientos en estos organismos?
h) ¿Cómo formalizar una relación de
este tipo que sea reconocida dentro del ámbito internacional?
A manera
de reflexión final, podemos decir por el momento que urge que las voces de los
movimientos sociales sean tomadas en cuenta para analizar el sistema actual de
integración regional en materia de derechos humanos, y que a partir de éstas se
encaminen nuevas formas de articulación regional en la materia, como forma de
romper con la noción auto-referencial de los Estados, como fuente de soberanía,
y con la visión burguesa de los derechos humanos. Para ello, hay que romper con
las visiones de la democracia liberal y del derecho occidental, y los
movimientos sociales tienen una amplia experiencia en esto, la cual es necesaria
como fundamento para redimensionar los derechos, porque como lo dijo Benedetti:
Cuando el presidente, cualquier presidente
se preocupa tanto
por los derechos humanos
parece evidente que en ese caso
derecho no significa facultad
o atributo
o libre albedrío
sino diestro
o antizurdo
o flanco opuesto al corazón
lado derecho en fin
en consecuencia
¿no sería hora
de que iniciáramos
una amplia campaña internacional
por los izquierdos humanos?
se preocupa tanto
por los derechos humanos
parece evidente que en ese caso
derecho no significa facultad
o atributo
o libre albedrío
sino diestro
o antizurdo
o flanco opuesto al corazón
lado derecho en fin
en consecuencia
¿no sería hora
de que iniciáramos
una amplia campaña internacional
por los izquierdos humanos?
Poema: Ahora todo está claro
RECOMENDACIONES BIBLOGRÁFICAS
Dussel, E. (2006): 20 TESIS DE
POLÍTICA. Siglo XXI, México
Correas, O. (2003): ACERCA DE LOS
DERECHOS HUMANOS, Ediciones Coyoacán, México.
Correas, O. (1993): CRÍTICA DE LA IDEOLOGÍA
JURÍDICA, ENSAYO SOCIOSEMIOLÓGICO. México, Instituto de Investigaciones
Jurídicas-UNAM
Correas, O. (1994): LA TEORÍA GENERAL DEL DERECHO
ALTERNATIVO. En: El otro derecho. N° 15. Vol 5. N° 3. Colombia, ILSA
De la Torre, J. (2006): EL
DERECHO COMO ARMA DE LIBERACIÓN EN AMÉRICA LATINA. Sociología jurídica y uso
alternativo del derecho. CENEJUS, San Luis Potosí, México.
De Sousa Santos, B. (2002): HACIA
UNA CONCEPCIÓN MULTICULTURAL DE LOS DERECHOS HUMANOS. En: El otro derecho, N°
28, Julio 2002. ILSA, Bogotá. Colombia
Díaz-Polanco, H. (2009): ELOGIO DE LA DIVERSIDAD. Globalización,
multiculturalismo y etnofagia. Monte Ávila, Venezuela.
Foucault, M. (1988): Las palabras y las cosas. Una arqueología de
las ciencias humanas. Siglo XXI Editores, México.
Foucault, M. (2008): LA
ARQUEOLOGÍA DEL SABER. Argentina, Siglo XXI editores
Gallardo,
H. (2011): TEORÍA CRÍTICA Y DERECHOS HUMANOS, una lectura latinoamericana. En:
Los Derechos Humanos desde el enfoque crítico, reflexiones para el abordaje de
la realidad venezolana y latinoamericana. Defensoría del Pueblo, Fundación Juan
Vives Suriá. Caracas, Venezuela
Gómez, I. (2004): LA PROTECCIÓN
INTERNACIONAL DE LOS DERECHOS HUMANOS. Universidad de Deusto, Bilbao.
González, F. (2000): Investigación cualitativa en psicología,
rumbos y desafíos. México: Internacional.
Guillén, M. (2011): LA
CONSTRUCCIÓN CONTRAHEGEMÓNICA DE LOS DERECHOS HUMANOS, UNA APROXIMACIÓN DESDE
GRAMSCI. En: Los Derechos Humanos desde el enfoque crítico,
reflexiones para el abordaje de la realidad venezolana y latinoamericana.
Defensoría del Pueblo, Fundación Juan Vives Suriá. Caracas, Venezuela
Herrera, J. (S/F): LA REINVENCIÓN
DE LOS DERECHOS HUMANOS. Editorial Atrapasueños. Andalicía, España
Hierro, L. (2007): Aspectos
éticos de los medios alternativos de solución de controversias (MASC), ética y
deontología de la mediación
Olmos, M. (2006): DERECHOS
HUMANOS EN INTEGRACIÓN EN AMÉRICA LATINA Y EL CARIBE. Unversitat de Valencia,
España.
Speed, S. (2006): Entre
la antropología y los derechos humanos, hacia una investigación activa y
comprometida críticamente. En: ALTERIDADES, N° 16(31), Págs. 73-85.
Sandoval, J. y Álvarez R.
(Coord.) (2005): INTEGRACIÓN LATINOAMERICANA, FRONTERAS Y MIGRACIÓN. Plaza y
Valdés, México.
Valqui, C. y Bazán, C. (Coord)
(2009): CORRIENTES FILOSÓFICA DEL DERECHO. Una crítica antisistémica para el
siglo XXI. Universidad Privada Antonio Guillermo Urrelo, perú.
Vélez,
F. (Ed.) (2008): SEGURIDAD MULTIDIMENSIONAL EN AMÉRICA LATINA. FLACSO, Ecuador.
Villoro,
L. (2001): EL PODER Y EL VALOR. México, F.C.E.
Ufff!!! Monton de ideas y preguntas vienen a mi!! Creo que una barrera inicial en este asunto es una que ha planteado Boaventura en relacion al hecho de que la mayor parte de las luchas no se han expresado en lenguaje de derechos, y eso es porque la comprensión de los derechos esta vinculada con el modelo liberal. Entonces la tarea inicial seria la re-conceptualizacion de los derechos de manera que puedan ser vistos como una plataforma legitima para expresar las luchas. Esta re-conceptualizacion supone tomar los derechos como un discurso contra el capitalismo, lo cual le daría dimensiones sistemicas a su uso y no solo como una herramienta para resolver y atender casos individuales. Si los movimientos usan con mas fuerza los derechos tendrán mas interés en abordar espacios como la OEA y sus instituciones de derechos humanos y dar la pelea política allí. Entonces si estaríamos hablando de un contra-poder que se construye de abajo para arriba y no del manejo de las élites de los Estados. La salida de Venezuela del sistema interamericano fue una maravillosa oportunidad para colocar en el debate estos temas, lo cual es profundamente político y pedagógico. Hasta en el metro de Caracas, escuche a la gente hablar de estos asuntos. Su salida hubiera generado un impacto mayor en alianza junto con otros países, no obstante, los tiempos son otros y no creo que se pueda interpretar simplemente como un país que no quiere someterse a la evaluación internacional pues en ONU presentamos todos los informes y hasta somos ejemplo en el cumplimiento de todas las formalidades, en OEA la lucha es clara contra la política estadounidense, claro que habrá que hacer mucho más.... llenando de pueblo y de derechos los otros espacios de integración.
ResponderEliminar