El presente artículo
fue escrito desde hace ya algunos meses, no había sido publicado por las
circunstancias que atraviesa hoy día el país, por la enfermedad del presidente
de la República, dudábamos sobre la pertinencia del mismo en estos momentos,
sin embargo, como estamos en contra de esa cultura de relegar siempre lo
importante por lo urgente, consideramos que si es imperativo generar debate en
el país sobre el tema que abordamos en esta oportunidad.
El tema que nos
convoca en esta oportunidad es sobre táctica, no tanto de estrategia como
algunos de los artículos anteriores: ¿cómo abordar los problemas de gestión de
todas las instancias de gobierno? Luego del proceso electoral de octubre de
2012, el Presidente de la República dio instrucciones para modificar la cartera
y las funciones del Ministerio del Poder Popular del Despacho de la
Presidencia, agregándole funciones de seguimiento, con el objeto de poder tener
un ente para mejorar las acciones de gobierno. Han pasado desde entonces
algunos meses, por lo que vale la pena algunas reflexiones.
Lo primero es la
medida: ¿cómo medir la eficacia y la eficiencia de un Estado, de un gobierno?
Es común en el ámbito internacional (desde las agencias multilaterales) que los
números por los números sean el punto de medición, y esto se repite casi que
automáticamente en Venezuela: las políticas en salud miden cuantos enfermos se
atendieron, las políticas de seguridad, cuántos crímenes se procesaron, y así
sucesivamente. Estas mediciones representan la inversión (en sentido de un
Estado al revés) de las funciones de un Estado; la medida no debe ser cuánta
gente va a los hospitales, sino cuánta gente dejó de enfermarse, es decir cómo
está incidiendo la política de salud en la minimización de las afecciones de la
salud de la gente, iguales parámetros se debería seguir en materia de seguridad,
y en el resto de las políticas de gobierno.
Por ello, es
necesario definir la eficacia y eficiencia, porque estás dos tienen que apuntar
a las transformación de las condiciones de vida de las personas, y no a medir el
cumplimiento de procedimientos administrativos por parte de la burocracia, como
se ha hecho hasta ahora, lo que demuestra
que la tecnocracia neoliberal está en los tuétanos de la administración
pública. El problema de la medición es tan grave, que en la discusión sobre las
comunas, hay un criterio tecnocrático que presiona la construcción de dicha
organización política: para dentro de seis años deben haber más de treinta mil
comunas ¿las comunas son importantes por sus cualidades políticas o por la
cantidad de estas instancias que hayan?
Deberíamos
recordar el nefasto proceso de las cooperativas en el país a partir de
SUNACOOP, lamentablemente la promoción de cooperativas se realizó con una
visión tecnocrática que buscaba sólo números, el resultado es que hoy día las
cooperativas no causan mucha confianza, y se han sido desplazadas de las formas
de producción social, como si las cooperativas fuesen una especie de virus
capitalista, cuando en muchas partes del mundo estas son una forma de
resistencia y permanencia de la producción local frente a los embates del
neoliberalismo, con sus fracasos por supuesto. En todo caso, estos ejemplos los
traemos a colación para tratar de manifestar de la manera más contundente: LA
TRASNFORMACIÓN DE LAS CONDICIONES MATERIALES DE EXISTENCIA NO ES UN PROBLEMA
CUANTITATIVO, los números es un problema de la burocracia, no del colectivo al
cual se debe, los números sirven sólo para la auto-referencia.
Quedamos
entonces en que la transformación de una sociedad no puede ser expresada en el
número como un fetiche, ese es el primer problema. El un segundo es ¿quién
mide? Venezuela es un país con 335 Municipios, 2 Áreas Metropolitanas, 23
Estados, 1 Distrito Capital y un Área Insular, cada una de estas estructuras
políticas tiene competencias y funciones específicas en cuanto a las acciones
de gobierno, además de ello existe 31 Ministerios más un número bastante
considerable de empresas del Estado, Institutos Autónomos, Fundaciones y otras
instancias a nivel nacional, regional y municipal que se encargan de la gestión
de gobierno, valga ahora la pregunta: ¿cómo un ministerio va a ser el
responsable de hacerle seguimiento a todo eso? ¿Cuánta burocracia se necesita
para que sea un ministerio más o menos eficiente y no se convierta en lo que
son muchos de sus semejantes?
Luego de estos meses,
lamentablemente hay pocas noticias de cómo se va a desarrollar la política de
esta cartera, hemos logrado leer que se realizará una especie de diagnóstico
del país, para poder emplear una política pública en materia de seguimiento a
la gestión. El problema de esta medida es que repite errores ya cometidos: el
sobredimensionamiento del Poder Ejecutivo. Muy respetuosamente consideramos que
la vía más orgánica y eficaz para poder responder a las inquietudes por las
cuales surge este ministerio, es que el mismo articule de inmediato con la
Contraloría General de la República y con la Defensoría del Pueblo, no hace
falta más diagnóstico de la situación, estas Instituciones del Poder Ciudadano
tienen suficientes denuncias hechas por hombres y mujeres, por comunidades, que
tienen que ver con el mal desempeño en la gestión gubernamental en sus tres
niveles. Si el Estado da respuesta a estas denuncias, seguro que tendría sus
efectos en la sociedad, pero principalmente en la burocracia: que los
burócratas sientan que tienen un control sobre sí, en materia administrativa y
en materia de derechos humanos.
Hay otro factor
importante con respecto a este Ministerio: en cada Municipio hay un Consejo
Municipal, lo que significa que hay concejales con funciones de control de la
gestión del Poder Ejecutivo Municipal, sin embargo, muy responsablemente
tenemos que decir que los Consejos Municipales en Venezuela son una gran estafa
a la nación. En promedio elegimos un concejal por cada 20.000 habitantes, lo
que significa que en nuestro país hay alrededor de 1500 concejales, de los
cuales algunos cumple con su trabajo, de resto básicamente parasitan al Estado.
Además de los
Consejos Municipales, hay Contralorías Municipales, una por cada municipio. A
nivel de las regiones existen 233 diputados y diputadas que entre muchas otras
cosas tienen competencias en el control de la gestión, además de la Contraloría
de cada estado y la Defensoría del Pueblo Delegada, además de ello sumémosle
los órganos de control interno de cada una de estas instancias, es un número
importante de burocracia (de todos los sectores políticos) que debería estar
dedicada a supervisar la gestión de los distintos gobiernos en el país.
Lo que
intentamos reflejar es que en Venezuela, ya existen bastantes entes
institucionales que se deben encargar del control y seguimiento; no hace falta
aumentar la burocracia con la reestructuración de este ministerio. Lo que hace
falta es poner a girar los engranajes de estas estructuras a fin de que las
mismas puedan responderle a la nación.
Muchos
responderán ante nuestras atrevidas apreciaciones lo siguiente: a) el Poder
Ejecutivo Nacional le quitó las competencias a todas las regiones; otros dirán,
b) los municipios y los estados son instancias burguesas, y por lo tanto se
deben desaparecer para poder eliminar la corrupción, hay que esperar las
comunas. Ni tan calvo, ni con dos pelucas.
a) Las instancias regionales y locales aún existen y allí hay políticos y
trabajadores que tienen responsabilidades con su región, por esas
responsabilidades reciben un sueldo, y tienen consecuencias civiles, penales y
administrativas en el incumplimiento de sus funciones. b) No podemos esperar a
que se construyan las comunas para comunalizar los municipios y los estados, si
en estos momentos alguna comunidad pudiera hacerle frente a la burocracia del
Estado, logrando que este le responda de manera eficaz, oportuna y pertinente,
seguro que en esa comunidad se gestará una comuna con las plenitudes
cualitativas de lo que ello significa. Si hoy día no podemos comunalizar los
municipios y los estados, las futuras comunas no serán más que un enunciado,
con una gran deficiencia de contenido.
Desde hace por
lo menos seis años, se ha vitoreado en el país el tema de la Contraloría
Social, sin embargo, podemos decir que son muy, pero muy pocos, los casos en
los cuales se ha hecho seguimiento real a esta forma comunitaria de hacerle
control a las acciones de gobierno; y son menos aún aquellos casos en los
cuales se haya llegado a una solución satisfactoria para las comunidades. Comprendemos
totalmente que enunciar las cosas tiene su importancia social, lo que no se
enuncia, lo que no se dice, no existe, así más o menos funciona el lenguaje,
sin embargo, cuando algo se dice mucho deja de tener sentido, por lo tanto, lo
comunal, lo comunitario, debe enunciarse en su justa dimensión, para reconocer
su existencia, pero sin abusar de la misma. Estamos conscientes de que la
problemática del Estado en Venezuela es la preeminencia de un aparataje
burocrático que responde a sus propias necesidades (en todos los niveles y
ámbitos del Estado) y no a las de la población, pero si pretendemos transformar,
la solución no debe ser entonces aumentar la burocracia, sino más bien
enfrentarla.
Los problemas en
el desarrollo de las obras, proyectos, etcétera, tiene que ver con corrupción,
eso es un secreto a voces, de hecho, en entrevistas que le han realizado a la
Ministra Meléndez ha dicho que eventualmente pueden rodar cabezas, lo que le
hace interpretar que efectivamente han detectado la corrupción, y ojalá que no
sólo rueden las cabezas, sino que
estas personas sean procesadas por las acciones cometidas. Sin embargo,
conocemos casos en los cuales las políticas no son eficientes por la
sobredimensión de trámites burocráticos que imposibilitan llevar alguna obra o
un servicio a cabo, una de las tantas estrategias de la burocracia (de todos
los colores) para obstaculizar el desarrollo de proyectos. Lamentablemente hacemos
las leyes para olvidarlas, como por ejemplo la Ley de Simplificación de Trámites
Administrativos.
Sintetizando,
proponemos para el debate que: a) el Ministerio de Seguimiento tiene que
recurrir a los órganos receptores de denuncias, y en función de la información
que obtengan promover las acciones necesarias, b) hay que promover la
movilización social para presionar a todos los niveles de gobierno a investigar
las denuncias que se hacen a través de la contraloría social, c) que las
comunidades presionen a los municipios, a los estados y al gobierno nacional
sobre las demandas que no han obtenido respuesta, d) obligar a los funcionarios
a modificar los procedimientos para hacerlos más ágiles, e) que los órganos
administradores de justicia adelanten las investigaciones correspondientes para
combatir la impunidad y la corrupción.
Gracias Jerry por esta reflexión!!! Gracias por visibilizar cuan complejo en seguimiento es nuestro Estado sin que eso se traduzca en eficiencia en la gestión y en tanto los desafios que esto implica si queremos realmente hacerlo diferente!!! 100% contigo, estoy deacuerdo en que un paso clave es acercarse a las denuncias que "reposan" en la Defensoría y la Contraloría. No solo porque expresan situaciones concretas, responsables y tendencias, sino sobre todo porque para quienes colocaron esas denuncias significa ser escuchados y avanzar en terminos de justicia....impacta hasta en temas de impunidad y sobre todo anima a otros a seguir denunciando!!! Siempre defiendo la crítica y la denuncia es una de las maneras de hacerlo, así que partiendo desde ahí, este ministerio de seguimiento tendría la oportunidad histórica de impactar en nuestra cultura de "dejar pasar", en dejar de ser complices de lo que tanto nos quejamos, en el fondo, es una lucecita para la transformación cultural, que es sumamente importante!!
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